SEÑOR, a ti entrego mi alma.
Dios mío, en ti confío,
por eso nunca seré humillado,
y mis enemigos nunca me vencerán.
Quien crea en ti nunca será derrotado;
pero en cambio, los traidores serán derrotados
y quedarán con las manos vacías.
SEÑOR, enséñame a vivir a tu manera.
Muéstrame el camino que tú seguirías.
Guíame y enséñame tu verdad,
porque tú eres mi Salvador
y en ti pongo siempre toda mi esperanza.
SEÑOR, recuerda siempre ser bueno
y misericordioso conmigo,
como lo has sido siempre.
Olvida, SEÑOR, los pecados
que cometí en mi juventud cuando fui un rebelde.
Muéstrame tu bondad,
recuérdame con fiel amor.
0 comentarios:
Publicar un comentario